Cuando se crea un producto o invención, en primera instancia
debe resolver una necesidad. Una forma de clasificar tales necesidades es la
propuesta por el psicólogo estadounidense Abraham Maslow. En su jerarquía de
necesidades, Maslow propone la siguiente clasificación:
En cuanto mejor se satisfaga la necesidad para la cual fue
diseñado un producto, se dice que éste está bien diseñado. Sin embargo, a la
hora de diseñar un producto, éste llega a suplir no solamente las necesidades
básicas sino otras de tipo menos fundamental, como se muestra en la jerarquía
de necesidades. Por ejemplo, en el caso de un vestido, en primer lugar éste
debe suplir una necesidad de protección y seguridad frente a unas condiciones
climáticas específicas (frío o calor), pero además si este vestido tiene un
diseño particular que pueda agradar a las personas y si varias personas se
identifican con este, el vestido también estaría satisfaciendo una necesidad de
pertenencia y reconocimiento.
Existe una estrecha relación entre los conceptos de forma y
función, y constantemente se ha cuestionado cuál de las dos es más relevante a la hora de
diseñar un objeto o producto, pues para algunas personas la función debe primar
sobre la forma, pero para otras es al contrario. En este sentido podría abrirse
una discusión expuesta desde tres perspectivas distintas.
La Función prima sobre la forma
Con este postulado surgieron las primeras escuelas de diseño
(arquitectónico, industrial, gráfico, entre otros), como es el caso de la
Bauhaus en Alemania hacia el año 1919. Estas escuelas que nacieron en el
contexto de la post-guerra, se desarrollaron en un ambiente de austeridad,
criticando fuertemente la actividad del arte, señalándolo de servir únicamente
a las clases sociales más favorecidas pero no al pueblo. En este contexto, se
trató de llevar a cabo la actividad de diseñar de una manera muy racional,
enfocándose casi exclusivamente en la necesidad básica y concreta con la que un
objeto era creado y no eran muy tomados en cuenta los ornamentos o adornos en
su realización.
La Forma prima sobre la función
Este es otro punto de vista en lo que se refiere a la
actividad de diseñar, en el cual se le da un valor agregado a la configuración
formal en particular hecha por el diseñador a la hora de crear un objeto. Esta
visión, opuesta a la anterior, en cierta medida tiene que ver con la creciente
oferta de productos manufacturados por parte de industrias más modernas y eficientes,
así como el auge de las grandes economías, lo cual en busca de un mayor consumo
por parte del público, ha llevado a reforzar el aspecto visual de tales
productos, haciéndolos más llamativos.
La Forma y la Función tienen la misma relevancia
En otro punto de vista se afirma que no hay predominancia
del diseño o la forma a la hora de crear un objeto. Como se puede ver, en el
mundo globalizado de hoy, los productos u objetos se han convertido en una suma
cuidadosa de muchos ingredientes, fruto del trabajo de grupos
interdisciplinarios que encuentran la mejor opción entre funcionalidad, forma,
materia, eficiencia, entre otros factores.
Teniendo esto en cuenta, si todos los aspectos concernientes
a la creación de un objeto han sido resueltos, se convierte en un gran
interrogante el determinar qué es lo que hace que un usuario prefiera un objeto
sobre otro, pues estaríamos hablando de factores relativos, variables de un
sujeto a otro, entrando en una discusión referente al problema del gusto y la
estética. Sin embargo, se puede decir que algunas de las características
inmersas en los objetos contemporáneos poseen una gran capacidad de sorprender
a los usuarios. Los diseñadores han sacado provecho de los grandes avances de
la tecnología (nuevos y mejores materiales, diseño asistido por computador [CAD],
manufactura asistida por computador [CAM], entre otros) para interpretar por
medio de objetos y ambientes los imaginarios de un colectivo con expectativas y
necesidades a la espera de ser satisfechas, aguardando por una propuesta
original e innovadora.
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