Si bien la palabra diseño tiene que ver en muchos casos con
los conceptos de planeación, propósito, programación, entre otros, no son
necesariamente sinónimos, es allí entonces el momento en el cual se hace
pertinente, rastrear su etimología como lo hizo Zimmermann (2002) en su libro
“Del diseño”, ya que llegando al origen de las palabras, se logra comprender la
razón de ser de las mismas. De tal modo, según el autor referenciado, la
palabra diseño proviene de la palabra latina designio, similar a la palabra
inglesa design y a la italiana designare.
En dichos casos, se observa como las palabras: designio,
design y designare se forman a partir de dos monemas: “De” que significa
“Pertenecer a” y “Signa-Signum” que significa “señal, insignia, marca”. Dado lo
anterior, “diseño” terminaría siendo un concepto que encierra el hecho de
elegir signos que serán los elementos constituyentes de algo y que conforman su
identidad y pertenencia.
Ahora bien, después de tener claro la proveniencia de la
palabra diseño, vale la pena aclarar lo que significa el “acto de diseñar”,
tomando como punto de partida la Teoría de las Ideas de Platón. Atendiendo a
dicho planteamiento, se podría decir que el rol del diseñador es crear formas
que extrae del mundo de sus ideas, de su mente, para luego informarle a la
materia mediante algún modo de producción la forma que debe adquirir.
En síntesis, se puede decir que la actividad de diseñar,
básicamente es la de dar forma, es decir, configurar e informarle a la materia
la forma que va a tener, pasando de lo ideal, con lo que se concibe el espacio
y el objeto o gráfico en la mente del diseñador a la materialización de esa
misma idea.
Sin embargo, la discusión queda abierta, en este proceso que va de la idea a la materia ¿se perfecciona o se deforma la idea original?
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